Me he arrancado la piel
y la he dejado tirada en el mismo lugar
en que antaño tiré mi ajado corazón…
Lejos de toda caricia…
Correré por las calles de invierno,
abriendo mis entrañas al frío,
dejando que me inunde,
que me asole…
Hasta el más mínimo rincón de mi cuerpo,
hasta la arista de toda víscera,
hasta lo más profundo y divino.
Voy a coger lo que queda de corazón
con una sola de mis manos
y voy a apretarlo fuertemente
hasta que se quede blanco e insensible.
Daré alas a mi alma
para que sea libre, fría e implacable.
Cruel y egoísta.
Por una vez
y tras esa vez,
por todas las veces.
Le daré mis alas de ángel
porque ya nunca volveré a serlo,
nunca más ese ángel salvador
que se queda luego envuelto en sus alas
para esconder la vergüenza de su dolor.
Totalmente fría. Totalmente muerta.
Matar a mi corazón
no sirvió entonces.
por ello mato cualquier ápice de sensibilidad de mi ser.
Ayer murió mi Sentimiento, hoy muere mi Pasión.
Y todo lo demás no es más que el Silencio que quedará en esta estatua de hielo.